Indice1.
Introducción
2. El vértigo
cibernético
3. Un lector esencial
4. Borges y la
política
5. Los periodistas y las
preguntas
6. Borges y la
globalización
1.
Introducción
"El tiempo es la
sustancia de la que estoy hecho. El tiempo es un
río que me arrebata, pero yo soy el río. Es un
tigre que me destroza, pero yo soy el tigre. Es un fuego que me
consume, pero yo soy el fuego. El mundo, desgraciadamente es
real. Yo, desgraciadamente, soy Borges."
Quiero comenzar afirmando que mi relación con Borges es
fundamentalmente hedónica, placentera. No soy una acuciosa
de su filosofía, ni de las teorías
literarias que tratan de explicarlo, ni mucho menos de la
metafísica que dicen, pregonan sus textos.
Disfruto grandemente leyéndolo
y comprendiéndolo, actividades que- debo confesar- no
siempre van paralelas.
Pertenezco a una generación donde Borges era mal visto por
su rechazo a la izquierda, el peronismo y sus
opiniones a favor de las dictaduras, en especial a la de
Pinochet, de manera que durante muchos años estuvo
"execrado" de nuestras bibliotecas y por
supuesto de nuestras conversaciones literarias. Solamente se le
nombraba para reiterar su condición de reaccionario,
rechazado por toda la izquierda latinoamericana.
Gracias a que
alguna vez le oí decir a José Vicente Rangel, que él lo
leía, algunos- entre ellos yo- le levantamos el veto, pero
diría que en silencio, sin mucha algarabía. De
manera que buena parte de los 70 y 80, tuvimos acercamientos
breves y limitados con Borges (traducción de "Hojas de
Hierba" de Whitman y el prólogo del I Ching). Estoy segura
que esta historia, es la historia de muchos.
Será en los primeros años de la década del
90, cuando viviendo en Maracay (Edo Aragua), compré en un
remate de libros, dos
ejemplares del primer tomo de las obras completas de Borges
publicadas por EMECE y allí comencé- ahora síde
verdad- a leerlo casi a diario, tratando de recuperar el tiempo
perdido, cosa que sé imposible y lamentando tanta
insensatez. La madurez (creo yo) me enseñó que la
obra literaria de Borges estaba por encima de cualquier
opinión política, sin que
esto signifique que convalide alguna de ellas.
Luego, gracias a una amiga, me inscribí en el 98 en
Foro Borgesiano (y no
borgiano, que viene de Borgia y no de Borges), donde participan
más de 200 admiradores y estudiosos, tanto de Europa como de
América, del personaje que nos convoca.
El
foro digital estuvo
localizado en Argentina
(http://www.puebloblanco.edu.ar). Allí pude
conocer mejor su obra y por supuesto su anecdotario, que es de lo
que hoy queremos conversar en este diálogo
colectivo, por cuanto ir más allá sería por
demás un atrevimiento de mi parte.
Este 24 de Agosto Borges cumpliría 117 años.
¡Que horror! diría él, pero bien pudo ocurrir
si tomamos en cuenta que provenía de una familia longeva,
por ejemplo su madre Leonor de Borges, murió a la edad de
99 años, perfectamente lucida y lectora.
2. El vértigo
cibernético
Si bien Borges se definía como un escritor del
siglo XIX, (para muchos el mejor del siglo XX) no existe hasta
ahora en el siglo XXI autor más citado en Internet, la biblioteca
universal por definición.
La primera aproximación que hice de Jorge Luis Borges
en el ciberespacio, en el año 2001, nos dio una inconmensurable suma de más
de 30 mil páginas dedicadas a divulgarlo, esto sin contar
los diversos sitios de discusión, las cátedras y
estudios sobre su obra (por ejemplo entre 1990 y 1997 se
localizaron 627 trabajos dedicados a él), que
también existen el ciberespacio pero que no son ubicados
por el multibuscador Google.
Una pequeña navegación en tan extenso
océano de páginas
WEB, me señaló que el 50 % está en
español,
cosa que ayuda mucho a divulgar nuestro idioma (por cierto un
tanto maltratado en la red). De manera que podemos
afirmar que felizmente no se cumplió aquel deseo de Borges
de morir sin que nadie lo recordará. Lamentablemente
muchas de estas páginas, creadas en el vértigo del
centenario en 1999, hoy están desactivadas, especial
mención debemos hacer a la del diario Clarín de
Argentina, sitio
donde incluso se podía escuchar la voz del propio Borges
recitando uno de sus poemas.
De acuerdo a un trabajo publicado por Carlos Yusti, escritor
valenciano, en la revista
electrónica "Venezuela
Analítica" en junio de 2000, Internet sólo es una
metáfora soñada por Borges en el "Libro de
Arena" y cita a Álex Barnet quien escribe: "..., Internet
es la encarnación más próxima a esa
visión sobre libros de
infinitas páginas en constante cambio y
bibliotecas sin
principio ni fin que apuntó el genial Jorge Luis Borges
en el libro
señalado. Esta poderosa coincidencia entre las
metáforas de Borges y la tecnología virtual y
digital que sustenta Internet resulta sorprendente, pero es real
y va mas allá de la pirueta retórica. Internet y la
tecnología
digital están cambiando el mundo de los libros y la manera
en que estos se hacen, se distribuyen, se compran o se leen".
En el referido cuento de
Borges se relata la existencia de un libro extraordinario, de un
libro que contiene todos los libros. El relato (narrado en
primera persona) se
inicia con una enumeración típica de Borges: "La
línea consta de un número de puntos; el plano, de
un número infinito de líneas; el volumen, de un
número infinito de planos; el hipervolumen, de un
número infinito de volúmenes..." Luego entra en
materia y pasa
a relatar una tarde cualquiera. Con un hombre de gris
que trae una valija en la mano. Que toca a la puerta. Es un
vendedor de Biblia. Pero además trae consigo un libro
extraño. Adquirido en los confines de Bikanir. El
común vendedor le entrega el raro ejemplar al narrador del
relato. Este lo abre al azar. Las páginas le parecen
gastadas y de pobre tipografía. Impreso a dos columnas a
la manera de una Biblia. Le llama la atención que la página par tiene el
número 40.514 y la impar 999. O como lo escribe Borges: Lo
adquirí en un pueblo de la llanura, a cambio de unas
rupias y de la Biblia. Su poseedor no sabía leer. Sospecho
que en el Libro de los libros vio un amuleto. Era de la casta
más baja; la gente no podía pisar su sombra, sin
contaminación. Me dijo que su libro se
llamaba el Libro de Arena, porque ni el libro ni la arena tienen
principio ni fin".
Me pidió que buscara la primera hoja.
Apoyé la mano izquierda sobre la portada y abrí con
el dedo pulgar casi pegado al índice. Todo fue
inútil: siempre se interponían varias hojas entre
la portada y la mano. Era como si brotaran hojas del libro.
—Ahora busque el final.
También fracasé; apenas logré balbucear con
voz que no era la mía:
—Esto no puede ser.
Siempre en voz baja el vendedor de biblias me dijo:
—No puede ser, pero es. El número de página
de este libro es exactamente infinito. Ninguna es la primera;
ninguna, la última. No sé porque están
numeradas de ese modo arbitrario. Acaso para dar a entender que
los términos de una serie infinita admiten cualquier
número.
Prosigue Yusti señalando que " En el Internet cada sitio,
cada página
web, tiene un número. Cuando se empieza a navegar
parece no existir ni principio ni fin. A veces se encuentra un
sitio determinado y luego no se consigue de nuevo, sino que
aparecen otros sitios similares y mejores. En Internet hay una
infinidad de temas y los literarios ocupan apenas un espacio no
muy extenso. No obstante la literatura y los libros han
encontrado su sitio por excelencia en Internet. Se especula que
uno de los negocios
más rentables es Amazon.com, una gran librería
virtual. También las bibliotecas virtuales ponen en
contacto al navegante con los autores más variados y con
esos textos clásicos de siempre que adquieren un barniz
renovado.
Se sabe que cada día se añaden a la red alrededor de veinte mil
páginas web con los
contenidos más disímiles. De forma paulatina
Internet se ha ido convirtiendo en un verdadero libro de arena
con escrituras en cualquier idioma. De un portal pasas a una
página
web y de allí puedes conectar con otra ventana y con
otros muchos sitios. Cada vez que se navega por la red se
descubren nuevos sites, nuevas webs. Una nueva incursión
en la red es por lo general una aventura inesperada ya que esta
cambia continuamente.
Entrar en Internet es como abrir El libro
de Arena imaginado por Borges. Las páginas se suceden de
manera infinita y uno quiere navegar, explorar sin tomar pausa,
sin darse un respiro.
El informe titulado,
"Virtual community on the electronic frontier", habla de
"ciberadicción". Los "ciberadictos" se alejan del mundo
cotidiano para abocarse a la pantalla de sus computadoras
desde donde pueden hacer nuevos amigos, adquirir información, ciberjuegos, realizar comprar
y una amplia gama de posibilidades con sólo navegar por
Internet.
Casualidad o no, en el cuento citado
de Borges, el protagonista cambia el monto de su
jubilación y una Biblia de Wiclif, en letra gótica,
herencia
familiar, por el Libro de Arena. Así narra Borges los
pormenores del personaje y su singular y extraña
posesión: "No mostré a nadie mi tesoro. A la dicha
de poseerlo se agregó el temor de que lo robaran, y
después el recelo de que no fuera verdaderamente infinito.
Esas dos inquietudes agravaron mi ya vieja misantropía. Me
quedaban unos amigos, dejé de verlos. Prisionero del
Libro, casi no me asomaba a la calle. Examiné con una lupa
el gastado lomo y las tapas, y rechacé la posibilidad de
algún artificio".
Algunos datos
Hablemos ahora de algunos datos, sobre su
vida, casi por no dejar. Jorge Luis Borges Acevedo -de acuerdo a
una pequeña biografía elaborada
por Emir Rodríguez Monegal y Francisco Arias, cibernauta
español-
nace en Buenos Aires el
24 de Agosto de 1899. Desde muy niño quiso ser escritor.
Fue educado de manera bilingüe. A los siete años
escribe en inglés
un resumen de la mitología
griega, a los ocho, La Visera Fatal, inspirado en un episodio
del Quijote, a los nueves traduce del inglés
"El
Príncipe Feliz" de Oscar Wilde.
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